El papa Francisco reconoció el lunes que sus recientes comentarios sobre Rusia, vistos por Ucrania como una alabanza al imperialismo, estuvieron mal expresados y dijo que su intención era recordar a los jóvenes rusos una gran herencia cultural y no política.
En declaraciones a periodistas a bordo del avión en el que regresaba de Mongolia, Francisco dijo también que quería asegurar a China, con la que el Vaticano mantiene unas relaciones tirantes, que la Iglesia Católica no tiene segundas intenciones y no debe ser vista como una potencia extranjera.
«No estaba pensando en el imperialismo cuando dije eso», sostuvo Francisco sobre sus comentarios del mes pasado.
En una videoconferencia con jóvenes católicos rusos el 25 de agosto, Francisco habló de los zares Pedro I y Catalina II -ambos ampliaron el territorio ruso- y dijo a sus oyentes que eran los herederos del «gran imperio ruso».
Los comentarios causaron revuelo en Ucrania porque el presidente ruso, Vladimir Putin, ha invocado los legados de los dos monarcas para justificar su invasión de Ucrania y la anexión de su territorio. En tanto, fueron bien recibidos por el Kremlin, que alabó al Sumo Pontífice por su conocimiento de la historia rusa.
«Quizá no fue la mejor manera de decirlo, pero al hablar de la gran Rusia, pensaba no tanto geográficamente como culturalmente», dijo Francisco, mencionando al icono literario ruso Fiódor Dostoievski, uno de sus autores favoritos.
«Fue un comentario improvisado que me vino a la mente porque lo estudié (la historia rusa) en la escuela», sostuvo, explicando por qué mencionó a Pedro y Catalina. «La cultura rusa es muy bella y profunda. No debería cancelarse por problemas políticos. Hubo años políticos oscuros en Rusia, pero el patrimonio está ahí, a disposición de todos».
El Santo Padre fue consultado por China, que estaba en el trasfondo de su viaje a Mongolia. En una misa celebrada el domingo, en su último intento de que los dirigentes del país de Gobierno comunista suavicen las restricciones a la religión, Francisco calificó a sus ciudadanos de pueblo «noble» y pidió a sus católicos que sean «buenos cristianos y buenos ciudadanos».
En cuanto a las relaciones entre el Vaticano y China, Francisco expresó: «Creo que tenemos que avanzar en el aspecto religioso para entendernos mejor, para que los ciudadanos chinos no piensen que la Iglesia no acepta su cultura y sus valores y (no piensen) que la Iglesia representa a otra potencia extranjera».
«Las relaciones con China son muy respetuosas. Personalmente siento una gran admiración por el pueblo chino», afirmó.