Luego de las emboscadas y las golpizas que propinaron la barra de Fluminense a los hinchas de Boca en Río de Janeiro, la facción de La Doce prepara su arribó en las próximas horas a tierras brasileña y prometieron venganza por lo sucedido.
Hay un operativo especial dispuesto por la Policía Militar de Río de Janeiro para cercar a los 400 miembros de la barra que estarán en Brasil y que viajan por dos caminos diferentes: por un lado van los jefes y su círculo más íntimo a los que esta vez se suma un segundo anillo de los que siempre se movilizan a todos lados, y por otra vía se trasladan las terceras y cuartas líneas que tienen su entrada garantizada, pero con un trayecto no ameno.
Los líderes Rafael Di Zeo y Mauro Martín, saldrán en la madrugada del sábado en un vuelo chárter. Serán casi 100 los que se suban al avión, incluso hicieron contacto con las autoridades migratorias y de seguridad del país vecino, que los esperan allá cerca de las cinco de la mañana.
Por otra parte, de Capital Federal salieron seis micros que además de llevar 240 barras tenía también en las bodegas muchas de las banderas de palo de dimensiones de dos metros por uno que vestirán la tribuna Xeneize y buena parte de la percusión. Después durante el camino se irán sumando más micros hasta llegar a 60 según la información que maneja el Gobierno.
Todos se reunirán en el puesto de Migraciones en Misiones para pasar juntos a tierra brasilera. Pero esa es sólo una parte del aluvión de Boca ya que la información que maneja el Comité de Seguridad Deportiva son casi 200 los micros con hinchas que estarán yendo hacia el Maracaná.
El monitoreo de la situación estará dado por dos miembros del Comité y tres oficiales de Policía que arribaron el jueves a Río de Janeiro. El primer foco estará puesto en La Doce aunque estiman que será el menos problemático porque ésta ya arregló ir escoltada al estadio más de dos horas antes.
El escenario de problemas en realidad abarca otros dos focos: los micros con hinchas de peñas y filiales que saldrán desde el Sambódromo, que es el lugar dado para la concentración de hinchas Xeneizes, y la gente que viaja por las suyas hacia el Maracaná. Sobre estos últimos hay todo tipo de avisos por Copacabana y zonas aledañas para que no concurran en autos sino en subte y se bajen en la estación Sao Cristovao, que está a 800 metros del estadio.
Igual, el problema mayor es con todos aquellos que no tienen entradas: si bien por pedido de la embajada argentina al mando de Daniel Scioli se armará un fan fest donde suelen desfilar las comparsas, se estima que serán miles los hinchas sin tickets que igual se acercarán al Maracaná para tratar de conseguir algo en reventa (hoy las más baratas están cotizando a 1.800 dólares) o directamente sortear las vallas e ingresar de colado.
Ante esta situación desde la propia seguridad argentina están avisando que la Policía Militar de Río suele ser poco indulgente y que está preparada para reprimir a como dé lugar. Ojalá no pase nada.
Pero eso será recién el sábado. Pero antes hay un ojo puesto en lo que pueda ocurrir este viernes desde las 16, cuando fue convocado el banderazo de hinchas xeneizes en el corazón de Copacabana, donde está ubicado en la vereda que da a la playa el famoso Quiosque Buenos Aires. La Policía estima que puede haber decenas de miles de personas cantando, saltando y eso podría traer problemas en toda la zona por lo que hay un cuidado especial. Es la verdadera prueba de fuego en la previa al encuentro.
Además, preocupa el post partido: en caso de salir campeón, Boca recién regresará a la Argentina el domingo a las 17.20. Ese mismo día pero a primera hora de la mañana también despegará el vuelo chárter con la barra de Boca rumbo a Ezeiza. Por lo que se estima que si hay vuelta olímpica del equipo de Almirón, todos querrán ir a festejar al hotel donde se aloja Boca, el Hilton Barra, y allí habrá que realizar un operativo de seguridad grande para que no se empañe la fiesta.
Si bien la hinchada del Fluminense no es la más grande del Estado y tampoco tiene una barra de las más problemáticas de Brasil, cualquier provocación puede generar un conflicto como sucedió ayer.