La «Convención MerMagic», organizada en esta localidad del estado de Virginia, reúne cada año a estadounidenses apasionados por estas fantásticas criaturas.
Simples amateurs o «sirenas profesionales» que despliegan su talento en el mundo del espectáculo o para eventos privados, compiten en las piscinas del centro acuático con sus disfraces.
Además de las rondas acuáticas y la velada de gala, esta convención es también una feria que ofrece lecciones pagas de natación segura, accesorios brillantes y fotos profesionales.
«Sin importar la edad, el origen, el tipo de cuerpo o la discapacidad, cualquiera puede ser una sirena», subraya una joven de 19 años, apodada Merlot, con un tocado en la cabeza que hace juego con su larga cola. Para ella, «no hay límites».
El programa incluye mesas redondas con títulos como «Diversidad entre sirenas» y «Las grandes sirenas hacen olas» o incluso un taller «Maquillaje de sirena para todos los colores de la laguna».
«Magia»
Afectada por la enfermedad neorológica de Charcot-Marie-Tooth, que atrofia sus músculos, Helena McLeod, de 33 años, no puede «caminar con piernas humanas» pero brilla en su larga cola con reflejos azules.
«Me encanta ser parte de la magia, hacer sonreír a los niños cuando exclaman ‘¡ay, una sirena!'», explica McLeod a la AFP, quien también quiere ser también un modelo para jóvenes con discapacidad. «Cuando los niños en sillas de ruedas me ven, se emocionan mucho.»
La sirena «Chobo», que no tiene antebrazos, explica que no puede practicar una gran cantidad de deportes. «Pero me encanta nadar», dice la joven de 27 años, que luce una peluca fucsia y escamas falsas de colores brillantes. «Ser sirena me permite hacer deporte y expresarme». «Es muy inclusivo», agregó.
Una mujer de 32 años, que se hace llamar «Coral Koi», participa en el evento todos los años. «Es mi convención favorita, ¿dónde podría encontrar tanta magia?», exclamó.
«Es una forma divertida de cuidarse», agregó esta náyade profesional. «Todos necesitamos algo para relajarse…».