En Argentina, más del 60% de la población enfrenta problemas de obesidad y sobrepeso, condiciones que incrementan el riesgo de sufrir enfermedades graves como afecciones cardiovasculares, diabetes, problemas osteomusculares e incluso algunos tipos de cáncer. Este panorama ha impulsado la búsqueda de soluciones rápidas y poco reguladas para la pérdida de peso, entre las cuales destacan los inhibidores de apetito, cuya popularidad ha crecido exponencialmente en los últimos años.
El Metabolic Management Center (MMC), un centro especializado en control de peso y nutrición, ha alertado sobre los riesgos de utilizar estos fármacos sin la adecuada supervisión médica. Según Juan Rosenfeld, presidente de Genix y del MMC, el mal uso de los inhibidores de apetito puede poner en riesgo la salud de los pacientes. “Muchos están recurriendo a estos medicamentos sin la guía profesional, exponiéndose a complicaciones innecesarias”, advierte Rosenfeld.
¿Qué son los inhibidores de apetito?
Los análogos del GLP-1, comúnmente conocidos como inhibidores de apetito, fueron desarrollados inicialmente para tratar la diabetes tipo 2. Estos medicamentos imitan la acción de una hormona natural que regula el apetito y la saciedad, ayudando a reducir el consumo de alimentos. Además, mejoran el control de la glucosa mediante la estimulación de la secreción de insulina en respuesta a las comidas. Sin embargo, su uso para la pérdida de peso debe ser cuidadosamente supervisado.
La Dra. Rosana Cafardo, médica clínica y especialista en obesidad, sostiene que “el control de peso debe lograrse sin la sensación constante de hambre, y para ello, el uso de inhibidores bajo supervisión médica es fundamental”. La clave del éxito, según Cafardo, reside en un seguimiento personalizado y en la precisión en las dosis, adaptadas a cada paciente para evitar complicaciones.
Los peligros de automedicarse
El acceso sin receta médica a inhibidores de apetito puede generar serios problemas de salud. Desde el MMC, se recalca la importancia de un enfoque integral para la pérdida de peso, que no se base solo en el uso de fármacos, sino también en planes nutricionales y programas de actividad física, diseñados de acuerdo con las necesidades metabólicas y predisposiciones genéticas de cada paciente.
La duración y estructura de estos programas varía según los objetivos individuales, lo que permite un ajuste en el tratamiento que maximice el bienestar a largo plazo. En este sentido, MMC propone un cambio de hábitos sostenido, que no solo promueve la pérdida de peso, sino que transforma los estilos de vida hacia una mayor energía y bienestar integral.
En conclusión, el uso de inhibidores de apetito sin la supervisión adecuada representa un peligro latente para la salud. La opción más segura para quienes buscan controlar su peso es recurrir a profesionales capacitados y optar por programas integrales que aborden no solo el peso, sino también el bienestar general.