
La reciente denuncia por trata de personas vinculada a una presunta secta internacional con presencia en Bariloche y Neuquén volvió a poner en agenda un fenómeno que parecía olvidado desde los años 90: las organizaciones coercitivas que captan, manipulan y explotan a personas, muchas veces bajo fachada espiritual o terapéutica.
Viviana Caminos, coordinadora de la Red Nacional Alto al Tráfico y la Trata (RATT Argentina) dialogó con Radio 7 y analizó la gravedad del caso, destacando que no se trata de un hecho aislado, sino de un patrón que se repite con distintas formas en todo el país.
“No nos sorprendió, porque desde hace años advertimos la presencia de organizaciones coercitivas en Argentina que terminan configurando delitos de trata de personas. La justicia está empezando a actuar, pero aún queda mucho por visibilizar”, sostuvo.
El caso salió a la luz tras una denuncia en el hospital de Bariloche, donde una joven embarazada llegó acompañada por dos mujeres que controlaban sus movimientos y hablaban por ella. Los profesionales sospecharon que podía tratarse de una menor sometida y alertaron a la justicia. A partir de allí se ordenaron allanamientos en Bariloche y también en Neuquén, donde fueron encontradas dos mujeres rusas en un hostel céntrico, con memorias, computadoras y ropa erótica, elementos similares a los secuestrados en otras ciudades del país.
Para Caminos, la clave del reclutamiento está en la vulnerabilidad emocional: “Estas organizaciones captan a personas que atraviesan situaciones de duelo, soledad, crisis de fe o problemas mentales. Les ofrecen pertenencia, contención, promesas de comunidad. Y una vez adentro, comienza la manipulación psicológica”.
“La sumisión no llega de un día para otro. Es paulatina, emocional, y muy difícil de detectar a simple vista”, agregó.
Además, Caminos destacó que estas redes operan bajo múltiples formas: “Algunas se disfrazan de grupos religiosos, otras como centros de ayuda a las adicciones o incluso como comunidades espirituales tipo yoga. Todas comparten la lógica de dominación, donde una o varias figuras de poder controlan a las personas captadas”.
El rol clave del sistema de salud y la sociedad
Uno de los puntos que más subrayó Caminos fue el papel fundamental del personal sanitario, que suele estar entre los primeros en advertir indicios de trata: “Muchas denuncias llegan por parte de médicos, trabajadores sociales o enfermeros. Ven señales claras: mujeres que llegan con enfermedades de transmisión sexual, embarazos controlados por terceros, o conductas de extrema sumisión”, detalló.
También valoró el avance en la conciencia social respecto al tema: “Hoy la gente se anima más a denunciar. Ya no es como antes. Recibimos entre dos y tres denuncias por semana, muchas desde el interior del país. La sociedad se está convirtiendo en un aliado en la lucha contra la trata”.
Un fenómeno que resurge con fuerza
La causa que investiga la justicia federal involucra a una presunta secta con antecedentes en Rusia y Montenegro, cuyo líder fue condenado a 11 años de prisión por trata y explotación de menores en los años 80 y 90. En Argentina, se estarían reclutando mujeres jóvenes de Europa del Este, muchas de ellas migrantes recientes por la guerra en Ucrania.
Caminos advirtió que en contextos de crisis este tipo de grupos se multiplican: “Las sectas no desaparecieron. En momentos de fragilidad emocional y económica, resurgen con fuerza. Y hoy, con las redes sociales, el alcance es mucho mayor”, señaló.
“Este tema debe volver al debate público. Y hay que vincularlo con la trata, porque muchas veces es a través de estas estructuras que se comete el delito”, concluyó.