La fecha conmemora la adopción de la Convención sobre los Humedales, suscripta en la ciudad iraní de Ramsar en 1971 y surge, explicaron desde la UNLP, a partir de reconocer que tanto las aves como las áreas húmedas que constituyen sus hábitats estaban disminuyendo a un ritmo alarmante.
Esto motivó el desarrollo de reuniones internacionales entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales y científicos para detener este proceso.
Las negociaciones dieron lugar a lo que hoy es considerado el tratado ambiental global intergubernamental más antiguo, la “Convención relativa a los humedales de importancia internacional especialmente como hábitat de aves acuáticas”.
Actualmente, este tratado lo integran 172 partes contratantes, entre las que se encuentra Argentina, sostuvo la Secretaría de Ambiente y Conservación de los Recursos Naturales de la UNLP, al tiempo que destacó los beneficios de conservar los humedales, las principales amenazas a las que se encuentran sometidos y la necesidad de contar en Argentina con una legislación que los proteja.
«Los humedales son áreas que permanecen inundados o con suelo saturado con agua de manera permanente o semipermanente. Si bien este término engloba una amplia variedad de ecosistemas, todos los humedales comparten un rasgo esencial “el agua” como un elemento clave que define sus características físicas, químicas, bióticas, incluidas sus relaciones», definieron los especialistas.
Indicaron que «la gran extensión de la Argentina y la variedad de climas y relieves determinan la presencia de una importante cantidad y diversidad de humedales, los cuales pueden abarcar grandes extensiones que brindan beneficios ecosistémicos; también existen pequeños humedales de gran importancia local como proveedores de agua dulce y hábitat de una rica diversidad biológica».
Argentina suscribió en 1992 a la convención RAMSAR, contando actualmente con 23 sitios designados como Humedales de Importancia Internacional (sitios Ramsar).
Sin embargo, la superficie de humedales en el país se encuentra en retracción año tras años debido a las múltiples amenazas a la que están expuestos estos ambientes.
Entre ellas, los expertos mencionaron «al avance de la agricultura, la megaminería, la expansión urbano‐industrial y el desarrollo de emprendimientos urbanos sobre planicies de inundación, sin tener en cuenta criterios de sustentabilidad ambiental, lo cual lleva a un proceso de degradación y en algunos casos a la pérdida irreparable de los humedales».
Este escenario conduce «inexorablemente al deterioro de los beneficios ecosistémicos que brindan a la sociedad».
Esos beneficios consisten en «moderar los picos de creciente en ríos y arroyos (inundaciones), reteniendo o liberando el agua que fluye en superficie, facilitando la infiltración a los sistemas de agua subterránea».
También, entre otros puntos, el de contribuir a secuestrar sedimentos, nutrientes y otros contaminantes, mejorando la calidad del agua, y proveer hábitats a una gran diversidad de organismos, suministrando refugio, alimento y zonas de reproducción y cría.
«Una ley que proteja los humedales resulta fundamental para disponer de una herramienta y principios de gestión ambiental específica para todo el país que sumen y fortalezcan el ordenamiento participativo de las áreas cubiertas por humedales, además de partidas presupuestarias para acciones de conservación, restauración y uso responsable y sostenible de estos ecosistemas», dijeron desde la alta casa de estudios
Desafortunadamente, agregaron, «en el mientras tanto no se sanciona esta ley de humedales, éstos continúan desapareciendo y se profundiza las amenazas e impactos sobre los mismos, con las consecuentes afectaciones a su biodiversidad y comunidades que los habitan, muchas en situación de vulnerabilidad».
«Es perentorio que los involucrados en sancionar esta ley la concreten a la brevedad, la cual redundará en el bienestar de las futuras generaciones del país, de lo contrario estarán condenadas a un futuro con una profunda crisis ambiental, enfatizada por los nuevos escenarios que plantea el cambio climático», concluyeron. (Télam)