Según Loyarte, la industria frutícola está perdiendo hectáreas de cultivo y miles de puestos de trabajo, lo que pone en peligro la actividad económica clave en la región.

Según el anuario estadístico elaborado por el SENASA, la producción de manzanas y peras en el valle ha disminuido drásticamente. «Se producían en el valle un millón quinientas mil toneladas entre manzanas y peras, y ahora estamos en el millón de toneladas», afirmó Loyarte. Esta reducción en la producción llevó al abandono de muchas hectáreas de cultivo, afectando a productores de todos los tamaños.

El gerente de CAFI destacó que este fenómeno no es nuevo y ha estado ocurriendo durante al menos 15 años. Para revertir esta tendencia, Loyarte enfatizó que se necesitan condiciones macroeconómicas estables, un tipo de cambio lógico y una inflación más razonable. Además, subrayó la importancia de la inversión en tecnología y equipos, como plataformas, mayes anti-granizo, tecnología moderna en las plantas de empaque y cámaras psicodéficas con tecnologías nuevas. Sin embargo, lamentablemente, las condiciones económicas actuales no permiten que se realicen estas inversiones.

Loyarte también hizo hincapié en la heterogeneidad de la situación en el valle. Mientras que, en el Alto Valle Oeste, cerca de Neuquén, se perdieron muchas hectáreas de producción debido a loteos, en la zona de General Roca y hacia el este aún existen productores chicos y medianos en actividad. Algunos de ellos han logrado unirse para comercializar su fruta de manera más efectiva, lo que ha resultado en modelos de negocio más sostenibles.