
El sector de calles Torcazas y Avenida del trabajador está silencioso. En los hornitos se respira mucho dolor tras el doble femicidio.
Un patrullero custodia la casa del horror, dentro del domicilio solo queda el perro de la familia que otra de las hijas de Norma quería llevarse pero no se lo habrían permitido. La cinta que se usó para acordonar el sector permanece como testigo mudo de las primeras diligencias de la policía y la justicia.
Hay muy pocas personas fuera de sus hogares, casi nadie que pueda contar acerca de la vida de Norma y Luz.
Solo Miriam su amiga y vecina aun puede hablar intentando saber qué fue lo que paso.