Existen múltiples cuestiones que hacen que la donación de óvulos sea hoy uno de los tratamientos que más se realizan en los centros de fertilidad, con un porcentaje de éxito que ronda el 50%.
Sin embargo, no es actualmente aceptado por todos, y es normal que la paciente tenga que atravesar un “duelo genético”, e incluso que exista cierto rechazo inicial a este tipo de terapias. El impacto emocional que genera la pérdida de la función reproductiva suele ser muy fuerte.
«Pero es importante destacar el aporte que hace la mujer gestante a ese embrión dentro del útero materno, ya que se ha comprobado que la mujer es capaz de variar la genética de su hijo, incluso cuando el óvulo es donado«, señala la Dra. Luciana Devenutto (M.N 151.292), especialista en Medicina Reproductiva y coordinadora del programa de Terapia Regenerativa del Ovario de Procrearte.
Esto responde a la epigenética, la ciencia que estudia cómo se regula el ADN, cómo se expresan o no nuestros genes en función de diversos factores, como los ambientales y los hábitos de vida.
En el caso de una ovodonación, «es cierto que los genes del embrión no serán los suyos, pero existe una especie de comunicación e intercambio entre embrión y útero materno que tiene influencia sobre ciertos rasgos físicos, así como también sobre el estado de salud del futuro bebé«, explica la Dra. Devenutto.
Es importante incentivar la ovodonación como una alternativa segura y efectiva que se realiza dentro de un programa protocolizado; así como también «transmitir que la maternidad es un rol que se va a desarrollar más allá del tipo que tratamiento que se realice», concluye la especialista.