
Diana Saettone, la mujer de Jorge Mangeri, el portero condenado por el femicidio de Ángeles Rawson, fue su mayor defensora durante la investigación que lo llevó a prisión. Hoy, muchos se preguntan si siguen juntos.
Once años después del crimen, la relación sigue en pie. Ayer, Infobae reveló un documento exclusivo: una filmación realizada en el penal de Ezeiza donde el portero habla del crimen de Ángeles Rawson, que cometió en junio de 2013. Diana, aseguran fuentes cercanas a ella, se lo esperaba: suponía que su marido podría haber sido filmado en la cárcel en algún punto.
La esposa del femicida, uno de los asesinos de mujeres más célebres de la historia argentina, fue una constante en los días en torno al crimen de la joven de la calle Ravignani al 2300. Diana llamaba la atención porque creía en él, porque se veía convencida. Lo apoyaba ante las cámaras de televisión, en los estudios y en los móviles, a pesar de que, al matar a Ángeles, Mangeri lo perdió todo y arrastró a su mujer a la desgracia.
Se habían conocido años antes en El Talar de Pacheco, donde el futuro asesino, que se dedicaba a changas de albañilería y arreglos varios, vivía en una pieza a una cuadra de la casa de los padres de Saettone, distanciado de sus padres, con una relación difícil con su propia familia. Con el tiempo, se casaron en una parroquia de la zona, con Mangeri de jacquet y Saettone vestida de blanco. La familia de Diana se convirtió en la familia del portero. “Pupa”, lo apodaban los sobrinos de Diana.
Precisamente, un miembro de la familia de su esposa le consiguió su puesto de portero en la calle Ravignani, con todos los beneficios sindicales. Así, accedieron a una vivienda estable, a una obra social, a vacaciones juntos. Diana -que trabajaba como empleada de limpieza en un instituto porteño para delincuentes menores de edad en junio de 2013- permaneció allí, en ese departamento en el piso superior del edificio donde su marido mató, sola durante meses luego de la detención del portero, hasta que, finalmente, la administración la invitó a irse. Luego, perdió su trabajo ella misma. La entrevisté en su cocina en aquel entonces, donde me relató que planeaban adoptar un chico, tiempo antes del crimen. El cemento de los últimos arreglos realizados por Mangeri todavía se secaba.
Curiosamente, había un monitor junto a la mesa. Una cámara de seguridad apuntaba a la entrada del edificio, el punto más cercano donde, según el expediente, Ángeles fue supuestamente capturada.
Así, Diana lo visitó en el penal de Ezeiza, a donde viajaba en las combis frecuentadas por las mujeres de los otros presos, que la miraban con desconfianza. Lo acompañó en el juicio en su contra en el Tribunal N°9, donde fue condenado a prisión perpetua. Lo acompañó cuando la Corte Suprema ratificó su condena. Hoy, lo acompaña en la cárcel federal de Rawson, a 1500 kilómetros de distancia.
No es una visita protocolar, o por lástima. El vínculo sigue, aseguran fuentes del entorno de la pareja: la foto de perfil de WhatsApp de Diana es, precisamente, la foto del día de su boda con Mangeri.
En diciembre de 2023, Mangeri fue trasladado desde el módulo 1 del penal de Ezeiza, donde pasó la última década preso, al pabellón de ofensores sexuales del penal federal de Rawson, en Chubut. La medida del traslado sorprendió a los habitués del caso Ángeles. El ex portero había sido durante la última década un trabajador dedicado en la cárcel de Ezeiza, rara vez conflictivo, en un intento de replicar en la cárcel su vida antes del crimen. Había, incluso, iniciado sus estudios en el CUE, el centro universitario de la cárcel, donde cursaba la carrera de sociología, con buenas notas. Sin embargo, algo se habría desgastado en el pabellón, entre otras situaciones que llevaron a una fuerte baja en la nota de concepto del femicida.
Diana lo visitó en el penal de la Patagonia al menos una vez; viajó acompañada de un familiar. Viajar a Chubut es costoso. Un pasaje en micro ida y vuelta, coche cama, cuesta 140 mil pesos, casi un día entero de viaje. La mujer del portero, aseguran cerca de ella, viajó en avión. Hoy convertida al veganismo, prepara budines y tortas sin productos animales, con una tanda de pan dulce producido para las últimas Fiestas. No tiene un trabajo en blanco desde los días del crimen de Ángeles. Cobraba una pensión, al menos, hasta 2021, según sus registros comerciales. También realiza trabajos de limpieza para su familia, de acuerdo a fuentes que la conocen.
Mangeri también le envía dinero; el peculio, el sueldo en blanco que cobra del Servicio Penitenciario Federal por sus tareas en la cárcel de Rawson, que no supera los 180 mil pesos mensuales de acuerdo a fuentes penitenciarias, calculado por hora trabajada.
El asesino de Ángeles, por lo pronto, es representado por un defensor oficial. Luego de años de abogados de alto perfil mediático como Miguel Ángel Pierri, Marcelo Biondi y Adrián Tenca -que lo representó en el juicio-, pasó a ser defendido por la eximia penalista Patricia Croitoru, abogada de “figuras” del mundo del delito como Martín “Banana” Espiasse y el ex baterista de Callejeros, Eduardo Vázquez. Croitoru reclamó por el regreso de Mangeri a Ezeiza. Se alejó de su defensa el mes pasado, confirman fuentes en Tribunales.
Mientras tanto, Mangeri reclama él mismo por su situación en la cárcel al juzgado porteño que supervisa su pena.


Como muchos detenidos de larga data en el sistema, Mangeri aprendió a pedir por su situación él mismo. Así, desde fines del año pasado hasta hoy, presentó varias notas de pronto despacho, donde reclamó por sus balances de sueldo, su situación educativa, por los horarios de sus requisas o que le expliquen por qué lo trasladaron de Ezeiza a la otra punta del país.
También, pidió por su provisión de agua potable, así como una birome azul para escribir, ya que, durante un tiempo, solo tuvo una birome roja.
Saettone nunca fue imputada de ningún delito en torno al crimen de Ángeles. La fiscal Paula Asaro no obtuvo pruebas para acusarla como una posible cómplice de Mangeri. En cambio, su primo, el ex policía Cecilio Saettone, fue condenado a cuatro años de cárcel en 2017 por asistir al femicida.
Fuente: Infobae