El viernes por la tarde, Esteban Lindor Alvarado, uno de los capos más temibles de Rosario, vio cómo se frustraba el plan más delirante de su carrera delictiva. Condenado a prisión perpetua, con una celda en el pabellón E de la unidad residencial 3 del penal de Ezeiza, el hombre que es una de las claves para entender el mayor baño de sangre criminal de la Argentina contemporánea intentó fugarse de prisión con un helicóptero Robinson 44 comprado en Paraguay y con un piloto contratado para la ocasión. Lo había hablado con sus cómplices durante meses. No le resultó. El piloto fue arrestado por la Policía Federal en el Aeródromo de Gualeguaychú y su celda fue allanada, en una causa a cargo del juez federal Ernesto Kreplak y los fiscales Cecilia Incardona y Diego Iglesias, titular de la PROCUNAR.
A Lindor Alvarado alguien lo había vendido. El 2 de marzo de este año, un testigo de identidad reservada delató el plan, un dato que llegó a los fiscales: Esteban se quería ir de Ezeiza, literalmente volando. El soplón dijo que el plan sería ejecutado a la brevedad. Hasta declaró que lo haría en un helicóptero ploteado de color negro que partiría desde un campo ubicado en Gualeguaychú. Incluso, dio las coordenadas del lugar, latitud y longitud. La División Operaciones Federales de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la PFA fue a buscar el campo. Lo encontró: era un aeródromo de fumigación con una pequeña pista. Encontraron tres hombres en el lugar, a los que identificaron y siguieron.
En poco tiempo, los investigadores accedieron a las conversaciones en su teléfono. Las charlas vía WhatsApp con Alvarado -que usaba una foto de perfil con la cara de Al Capone- eran frecuentes. El capo preso no dejaba nada a la imaginación.
En una charla del 4 de marzo, ambos hombres decían:
“Lobo”: Esta semana vamos a laburar al detalle, sabés…
Lindor Alvarado: Sí, sí. ¿Querés que hagamos la red? Bien hecha, bien atada.
“Lobo”: A mí me gustaría saber si aerodinámicamente no es perjudicial para nada, sería mucho mejor para la operación, pero de última. Lo estuvimos viendo ahí con el “Gringuito”, de bajar sin las puertas atrás y en los patines, ustedes suben, pegan el salto y se ve como que es viable también la operación, pero bueno, déjame que investigo un poquito lo de la red, más que nada por el tema aerodinámico.
“Gringuito”, cuyo nombre es Gianluca Orpianesi, fue identificado y arrestado ayer en Gualeguaychú. A lo largo de los días, Alvarado estudiaba en Youtube: había encontrado una serie de videos de despegues y aterrizajes de helicópteros Robinson 44 Raven, que le enviaba a “Lobo”. Hablaron incluso de cómo podría subir a la aeronave, de “una red atada a los patines”. “Para mí va a ser lo mejor y en la aerodinámica no afecta porque va ser tipo red de arco. Con sogas más gruesas”, especificó Alvarado. “El Lobo”, en otro momento, le sugiere comprar “dos GoPro”, para tal vez filmar la fuga..
“Lobo, miro videos y no se van ni a rescatar. Va a ser tan rápido, que no le vamos a dar tiempo a nada, tenés que encarar directo como te marqué yo”, le dijo el capo. Así, establecieron un tiempo de aterrizaje: “Máximo, 20 segundos”.
Los mensajes dan a entender que Alvarado -que tenía el hábito de borrar sus propias conversaciones- no sería el único detenido que sería liberado en la fuga. Habría otro sumado al plan.
La fuga, según confirmaron fuentes del caso, consistía en aterrizar el helicóptero en el patio o la cancha de fútbol del módulo donde Alvarado estaba preso y luego volar hacia un punto en General Rodríguez. Allí, los esperarían miembros de su banda, armados y con una flota de vehículos a disposición.