“Me enteré por una amiga cercana de la familia que mis padres no eran mis verdaderos padres biológicos”, relata Mari. Desde entonces, ha vivido con la incertidumbre de su origen. A pesar del cariño que recibió de quienes la criaron, la verdad sobre su origen le fue negada, lo que la dejó con una profunda herida. “La mentira es dolorosa, porque no solo te priva de tu verdadera historia, sino que te deja un vacío existencial”, expresa con angustia.

Mari explica que su caso, aunque no está directamente vinculado con la dictadura militar, es un claro ejemplo de apropiación. “No es una adopción legal, es una apropiación. Me anotaron como hija natural de mis padres, pero la verdad está oculta”, comenta, mientras remarca la falta de apoyo del Estado para quienes, como ella, buscan su identidad fuera del marco de la dictadura. “No tenemos una ley que nos ampare, estamos desamparados”, añade.

A lo largo de su vida, Mari ha intentado recomponer los pedazos de su historia. Se ha enfrentado a pactos de silencio y relatos incongruentes que complican aún más su búsqueda. La posible conexión con un empresario de Viedma, mencionado en su historia, sigue siendo una pista tenue. “Lo único que quiero es que, si alguien tiene un dato, me lo diga para poder encontrar mi verdadera historia”, implora Mari.

La fecha de nacimiento registrada de Mari, el 25 de agosto de 1972, es otro dato que está en duda. Se cree que pudo haber nacido en Zapala, en el hospital local, y que su madre biológica podría haber sido una joven de Villa La Angostura, detalles que hasta el momento no han podido ser confirmados. “Es como buscar una aguja en un pajar”, señala.

A pesar de los obstáculos, Mari sigue buscando. Su historia es un recordatorio de la importancia de conocer la verdad sobre nuestras raíces y el derecho fundamental a la identidad. “Necesito encontrar mi verdad, saber de dónde vengo”, concluye, con la esperanza de que algún día, alguien pueda romper el silencio y ayudarla a completar el rompecabezas de su vida.

Mari Bilbao se une a miles de personas que, en este Día de la Identidad, alzan su voz para recordar que la búsqueda de la verdad es un derecho, y que ninguna mentira puede borrar el deseo humano de conocer quiénes somos realmente.