En un nuevo reclamo por la situación de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP), los trabajadores de la planta realizaron una serie de actividades para visibilizar su oposición a la conversión de la PIAP en Sociedad Anónima (S.A.). La preocupación aumentó tras la posibilidad de que la planta, que se encuentra actualmente bajo gestión estatal, pase a un esquema de propiedad privada parcial. Esta decisión ha generado tensiones entre los empleados, que buscan preservar la planta bajo control estatal.
Nicolás Ventura, Secretario General de la Junta Interna de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) en PIAP, dialogó con Radio 7 y destacó que la semana pasada los trabajadores llevaron a cabo una volanteada en las rutas de Neuquén, buscando informar a la comunidad sobre la situación. Hoy estuvieron presentes en la Legislatura de Neuquén y mañana viajarán a Buenos Aires para llevar su reclamo al Congreso Nacional.
Desde hace meses, los trabajadores han alertado sobre el estado de PIAP y la falta de recursos para reactivar su producción de agua pesada. En 2022, se firmó un contrato para modernizar la planta, que estipulaba que en un plazo de 24 a 25 meses volvería a operar a plena capacidad. “No se han completado los trabajos comprometidos, ni se ha tomado el personal previsto,” aseguró Ventura, quien advirtió que solo se han recibido fondos para salarios y mantenimiento básico, lo cual resulta insuficiente.
La situación de la PIAP ha captado el interés internacional. “Recientemente, delegaciones de Canadá y Japón expresaron su interés en adquirir agua pesada producida en Neuquén,” comentó Ventura. Canadá, por ejemplo, ha mostrado su disposición para comprar aproximadamente 1.500 toneladas de agua pesada, lo que podría traducirse en varios años de producción y estabilidad para la planta.
Sin embargo, los trabajadores de la PIAP temen que una posible privatización termine afectando la planta y el personal. Ventura recordó que en el pasado la conversión de empresas públicas a sociedades anónimas ha derivado en vaciamiento, pérdida de empleos y falta de mantenimiento. “Tenemos un profundo sentido de pertenencia con la planta, que hemos sostenido en pie, a pesar de las decisiones de diferentes gobiernos que no siempre fueron en beneficio de la PIAP,” indicó el dirigente sindical.
La propuesta de transformar PIAP en S.A. generó alarma entre los trabajadores, quienes temen que la medida favorezca intereses privados y afecte la continuidad laboral de cientos de empleados. Ventura expresó que “la privatización podría abrir la puerta a desmantelar la planta o reducir la plantilla laboral”.
Los empleados también cuestionaron la falta de comunicación por parte de las autoridades provinciales y nacionales. Aunque los trabajadores han solicitado una reunión con el gobernador, aún no han recibido respuesta directa sobre la postura de la Provincia de Neuquén ante la posibilidad de convertir PIAP en una sociedad anónima. Ventura mencionó que, de manera similar, tampoco han recibido información oficial del gobierno nacional, por lo que esperan respuestas concretas en Buenos Aires.
A pesar de que la planta ha dejado de producir agua pesada desde hace siete años, los trabajadores subrayaron que “PIAP mantiene su capacidad de producción, y la demanda mundial de agua pesada es creciente”. La planta es considerada la más grande del mundo en su tipo y podría garantizar ingresos significativos para la economía neuquina y nacional, con un valor de mercado que ronda los 1.000 dólares por kilogramo de agua pesada.
Ventura concluyó con un mensaje dirigido a las autoridades: “La conversión de PIAP a sociedad anónima no es la solución; lo que necesitamos es inversión y compromiso para reactivar la producción en condiciones estatales”. Mientras tanto, los trabajadores mantendrán sus actividades de visibilización para proteger la planta y su futuro laboral.