
“Vi cuando me empezaron a mirar, me los crucé de frente. Traté de doblar en una calle para esquivarlos, pero me siguieron. Les di todo”, contó Frías, aún conmocionada por lo ocurrido.
Los agresores la amenazaron con un arma blanca que, según dijo, sería un destornillador. “Yo mido 1,50, soy chiquita. Me iban a matar si gritaba. Tenía miedo. Me estaban apuntando con un destornillador”.
Los ladrones, que se desplazaban en una moto negra, cargaron el monopatín y la mochila en cuestión de segundos y escaparon del lugar. Uno de ellos vestía un buzo rojo y el otro un buzo verde oscuro.
“Escucho una moto y me pongo nerviosa. Me da miedo salir a la calle. Es horrible”, expresó Lucía visiblemente afectada.
A pesar de la rápida denuncia, los delincuentes no fueron encontrados. “Estas personas van a estar en una comisaría dos noches como mucho y después los van a volver a largar. Parece que robar no es un delito, es un trabajo”, lamentó.
Lucía detalló que el robo ocurrió alrededor de las 8:30 de la noche, cuando aún no había oscurecido por completo. “Estaba a 10 o 15 metros de mi casa. Ya ni a mi casa tranquila puedo llegar”, dijo.
Vecinos del sector señalaron que los robos en la zona son frecuentes, incluso a plena luz del día. “Una vecina contó que también le robaron a las 2 de la tarde. Ya ni siquiera depende del horario en que salgas”, agregó Frías.
La joven concluyó su testimonio con una sensación de impotencia: “Mis cosas las compramos con esfuerzo junto a mi mamá. Me las sacaron así, de un segundo a otro. Es indignante”.